EL CONFÍN DEL MUNDO
La Muerte, demacrada, tocó a la vieja
puerta...
Estaba cansada del largo trayecto
que había recorrido y solo esperaba tener algo de suerte en aquella comarca: El
confín del mundo.
Unos pasos se oyeron cada vez más
cerca del espectro.
La Muerte llevó una de sus
huesudas manos hacia la enorme y mellada hoz que cargaba a la espalda desde El
Principio de los tiempos.
La perilla de la puerta giró
lentamente
La Muerte contuvo el aliento...
aunque, en realidad, nunca hubiese
respirado...
Un niño apareció en el umbral.
De haber tenido, el corazón de La
Muerte habría estallado de emoción.
La hoz cortó los frágiles lazos
del viento, atravesando el cuerpo del pérfido ente: Un androide enano.
Nada ocurrió... Y era el confín
del mundo.
La puerta se cerró de nuevo.
La Muerte cayó al suelo y lloró,
con lágrimas secas, anhelando aquella época en que los humanos aún no se habían
extinguido.
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