LA ESTRELLA
Los tres Reyes perseguían la estrella.
El cálido desierto, aquel mar dorado y
tornasol, se extendía tras los viejos sabios.
Al cabo de unos meses alcanzaron su objetivo:
- Que extraño- comentó Melchor –No hay rastro
del tal Herodes-
-¡Eso no importa! La estrella ha descendido...
¡Vamos por el niño!- acució Gaspar.
Un enorme cráter les esperaba. El niño salía
del agujero incandescente mientras el viento agitaba sus negros cabellos.
-¡Oh! ¡Señor! – se quejó por fin Baltazar
cuando el niño levantó su camello con una sola mano -¡Nos volvimos a equivocar
de cuento!-
Y los Reyes dejaron a Superman en el desierto.
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