LA ISLA
“Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová,
porque he aquí, perecerán tus enemigos;
serán esparcidos
todos los que hacen maldad”
Salmo 92, 9
LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MILTON.
CAPITULO 12
Y dijo Jesús a
sus discípulos:
En aquel tiempo, tres Fariseos y un Gentil
fueron condenados a pasar diez años de agonía en una isla desierta. La isla,
ubicada mar adentro, no medía más que 720 codos, que es medida de cinco
ángeles. En medio de la pequeña isla se
levantaba una vieja choza. Todas las noches, descansaban en ella los cuatro
condenados.
2 Una
noche, salió uno de los Fariseos, Akbal, y renegó de la mala suerte que Dios le
había concedido. Y maldijo su santo nombre y dijo toda clase de blasfemias en
su contra.
3 Al
amanecer del siguiente día, salieron de la choza los dos Fariseos y el Gentil,
preguntándose por la suerte de Akbal pues no había regresado a la choza en toda
la noche.
4 A
poco rato observaron un cuerpo tirado en la arena. En su cabeza descubrieron
una horrible herida producto del golpe de un madero.
5
Los tres condenados temieron por sus vidas. Recorrieron la isla juntos y
comprobaron que, en efecto, estaba desierta. Aquella noche, la sexta jornada de
condena, los tres aguardaron despiertos pues pensaban que, quizá, un barquero
había perpetrado el crimen y había escapado esperando volver la siguiente
noche.
6
Entretanto, maldecían al Señor. Todos excepto el Gentil quien clamaba a Dios piedad.
7
Acordaron hacer guardia. Sólo uno dormiría cada noche. Los otros dos
velarían su sueño.
8 A
la mañana siguiente, Fakim, el Fariseo que había dormido en la choza, salió a
encontrarse con sus compañeros. Entonces, descubrió a Elí, el Gentil, durmiendo
sobre la arena y, a unos pasos, el cadáver de Jabed, su gran amigo, con una
herida mortal en la cabeza.
9
Elí despertó ante los gritos de Fakim. El Gentil aseguró al fariseo que
acababa de dormirse y que, en verdad, ninguna barca se había acercado a la isla.
10
Entonces dijo Fakim:
-Si nadie se
ha acercado a la isla, fuiste tú quien le mató.
-De ninguna
manera- contestó Elí pero Fakim no le oyó.
-Has
aprovechado mi sueño para asesinar a Jabed. ¡Maldito seas, Elí! ¡Y maldito
vuestro Señor!
11 Aquella
noche, los dos hombres permanecieron despiertos, pues no se fiaban uno del
otro. Sin embargo, Elí terminó dormido y, a la mañana siguiente, despertó con
gran espanto, temiendo perder la vida que tanto le encomendara a Dios.
12
Fakim estaba muerto. El golpe de un madero le había abatido, igual que a
sus compañeros. Elí cumplió su condena y regresó a casa dando gracias al Señor.
13 He aquí que Jesús, despedido el auditorio,
se encaminó a la playa riendo alegremente.
14 Y rodeáronle sus discípulos al tiempo que
preguntaban: Señor ¿Qué significa esta parábola?
15 A lo cual dijo Jesús: ¿Parábola? ¿Cuál
parábola?
Y, acto seguido, se dirigió a una lejana isla, andando
sobre el mar, tirando lejos su cayado.
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