Wednesday, November 11, 2020

RELATO DE LA SEMANA

A LA SOMBRA DEL MALDITO ME UNÍ Y LLORÉ

I

Lancé una lágrima al vuelo y me tragué una sonrisa.
El hedor mismo de una tierra sosa,
los negros tasajos del Maldito y yo,
se prendaron de mi mente, gritando  sin más:
- Derrama su sangre o aguarda el suicidio-.
Recogí en mis manos el hastío
y me lo eché al bolsillo
Faltaba un trecho. Debía marchar.

II

Fui y volví sobre un fusco erial sin huellas
que se relamía las entrañas
al paso de mi sombra traicionera.
¡Y era tan temible, tan poco placentero
el crujir de huesos bajo el mazo del silencio
que mi desasosiego creció
hasta llenar de gusanos mi cara
y ni mi alma se enteró!

III

Me cansé de buscar venganza en vano.
La muerte ya se había llevado todo ¡No!
¡No se llevaría también mis esperanzas!
Escupí mi nombre mal grabado
en una vieja y grotesca lápida de estiércol
y un enfermo y pálido rayo de sol
hirió mis oídos gritando ¡JAMÁS!
El cielo entonces callado quedó.

IV

El recuerdo de ese viejo compañero, mi Maestro,
que en el arte de perder muy presto me adiestró
resonó en las calles, demasiado ocupadas
en atrapar con su torcidos tentáculos de asfalto
otro incauto visitante de Las Ciudades del Caos,
<< ¿ Sois acaso vos, querido hijo? ¿ Sois acaso vos? >>
Era el eco del anciano… sólo un eco y nada más.
Pero la voz persistía y la angustia me tentó.

V

Deseaba como nada en esta tierra
encontrarle nuevamente. << Lo que será, será>>
Me dije siguiendo el murmullo malicioso
Pero ¿Cómo desprenderme de esas malditas memorias
acosándome mientras me hundía
en la calle desierta? La sabia
sombra de tu padre, ese mismo que osó
abandonarte,  bien podría reír mientras morías.

VI

Pedí un trago de visiones más alegres
Lo apuré de un sorbo y de una maldita vez
se tragaron mis pasos el camino
La oscuridad de La Ciudad ya no me afligía
¿Cómo podría hacerlo si eran sus tinieblas
un calco de mi negro corazón? Aún más,
un motivo de alegría mi sangre  adivinó
al encontrar en la calle un final y no la Estigia.

VII

Antes de mi espíritu atestar con ilusiones vanas
llené el tambor con seis balas asesinas
<< Una por cada año >> murmuré sin ningún júbilo,
pues matar, decía el Maestro,  es cosa seria
Y risas de amigos hace tiempo muertos
danzaron en mi cabeza ¡entre ellas esa voz,
voz infame, el eructo de un asilo,
de aquel monstruo que en mis manos ardería!

VIII

La Ciudad entera soltaba obscenas carcajadas
¡Sus ojos de neón guiñaba a mi paso! Creerás
que había perdido la razón… como si
la misma razón, razonable fuera..
Un reflejo de mi alma era. ¡Ingenua! ¡Reía yo con ella!
En secreto. La Ciudad no podía saberlo. ¡Vaya!
¡Quizá ni yo lo sabía! Creedme. Sólo así,
mediante engaños, la felicidad os tocará.

IX

Por fin mi sed de venganza se topó con el anciano
Y al deseo de matarle otro deseo le ganó.
Descubrí en sus ojos hipócritas, y él en los míos,
sin necesidad de palabras, cual sería el corolario
de mi larga travesía.!Era El Maldito! ¡Por fin lo tenía!
¡Debía quitarle la vida y en lugar de ello le hacia la venia!
Ese viejo traidor y mentiroso pero ¡En nombre de Dios!
¡Era mi padre! Y en vez del Maestro, mi orgullo murió.

X

     Ahora,  los muros, las calles, los negros cables de energía…
La Ciudad del Caos conmigo gemía. Fue magia.
Un hechizo que dictaba: quien parta a matarle jamás lo logrará.
Fui un tonto. Siempre lo supe y él siempre, siempre
        lo supo: Este parque, este burdel , esta casa y  esta iglesia…
Este lugar donde, de niño, de su mano anduve, lo sabía.
No quería matarlo… ¡Sólo quería que me amara!

Y a la sombra del Maldito me uní y lloré.

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